El gobierno de Mauricio Macri refundó la escuela de espías de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que dirige Gustavo Arribas, y desde la semana pasada comenzó a capacitar a nuevos espías especializados en la lucha contra los delitos federales complejos. La primera tanda es de 40 alumnos y los cursos se dictan en la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), en el edificio de Libertad al 1200, en esta Capital.

Según confirmaron fuentes de la AFI, las nuevas especializaciones serán narcotráfico, terrorismo, ciberseguridad, tráfico de armas, trata de personas y lavado de dinero. La idea es continuar estos cursos en el tiempo y agregar agentes profesionales a medida que se vaya reciclando el personal de inteligencia.

El dato no es menor, a la luz de la historia reciente de la AFI. Durante el gobierno de Cristina Kirchner, la inteligencia local pasó por la crisis de la «guerra de los espías», que enfrentó a la entonces presidenta con el entonces director de Operaciones Antonio «Jaime» Stiuso. El centro del conflicto fue la investigación del atentado a la AMIA y la muerte sospechosa del fiscal del caso, Alberto Nisman.

En sus últimos tres años de mandato, Cristina Kirchner se respaldó en el entonces jefe del Ejército Cesar Milani y en el entonces director de Reunión Interior de la ex Secretaría de Inteligencia (SI), Fernando Pocino, con el propósito de aislar a Stiuso. Finalmente, terminó desplazando al jefe de los espías junto con cien agentes de inteligencia, en diciembre de 2014.

Un mes después, Nisman denunció que el Gobierno encubría a Irán como autor del atentado y días más tarde apareció muerto con un tiro en la cabeza.

Luego de la asunción de Oscar Parrilli al frente de los espías, en diciembre de 2014, el kirchnerismo incorporó a 300 nuevos agentes contratados, sin capacitación en inteligencia, que provenían de Tecnópolis y de La Cámpora. La actual gestión de la AFI dio de baja a la mayoría, jubiló a Pocino y comenzó a renovar la planta profesional, para lo cual firmó convenios con ocho universidades nacionales, entre ellas la UBA. De allí salen profesionales seleccionados por promedios para el nuevo Programa de Formación de Agentes.

En el acto de lanzamiento, Arribas dijo el viernes: «Desde diciembre, una de las cosas sobre las que empezamos a conversar con la subdirectora fue el papel preponderante que debía tener la Escuela Nacional de Inteligencia».

También señaló que «el sentido fundamental de la AFI es proveer conocimiento al Presidente para que él pueda tomar las mejores decisiones y desarrollar su política gubernamental y para luchar contra los delitos federales complejos». Los cursos durarán tres meses y medio, se dictan a través de 17 profesores todos los días de 9 a 18, se completan 300 horas cátedra y están dirigidos a los postulantes con mejores promedios de las universidades, entre los cuales se destacan ingenieros informáticos, abogados y otros profesionales.

También la AFI planea conformar un campo de entrenamiento para la ENI. La formación académica intensiva comprende materias en todos los aspectos del espionaje elemental: legislación del sistema político argentino, doctrina de inteligencia, ciclo de inteligencia, recolección de información, análisis de inteligencia, calidad de la información, medidas de seguridad e investigación de delitos federales complejos.

En ningún lado figura la materia «escuchas telefónicas», tal vez porque hoy está en manos de la Corte Suprema. Concluida la formación, recién entonces saldrán los futuros espías.

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