A 14 días de cumplir el primer año de gestión, Isela Costantini renunció a la presidencia de Aerolíneas Argentinas. Según supo ámbito.com, el cargo será ocupado en breve por Mario Dell´Acqua, un exdirector de Techint que hasta hoy dirigía la firma Intercargo, encargada de controlar las rampas y los servicios aeroportuarios del país.

«Motivos personales» alega la versión oficial sobre los motivos de la salida de Costantini. Sin embargo, este medio pudo averiguar que la exCEO de General Motors decidió dar un paso al costado por las «presiones gubernamentales» que recibía diariamente. Los hombres señalados son dos: Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.

En los 352 días que estuvo al frente de la aerolínea de bandera Costantini lidió con pedidos urgentes y exigencias financieras de los integrantes gabinete económico que le provocaron una profunda reducción del margen de maniobra dentro de la compañía y desgaste en la vida cotidiana. También la afectaron los incesantes conflictos gremiales, que jaquearon en reiteradas oportunidades la viabilidad de la empresa.

Desde hace meses que en AA se escuchaba por lo bajo una real preocupación por el desembarco de las aerolíneas «low cost» en la Argentina. La fecha límite impuesta por el Ejecutivo es 2017. La irlandesa Ryanair y la colombiana Avianca, a través de MacAir, una ex empresa de la familia Macri, ya tiene todo listo para operar. «No estoy preocupada en este momento pero creo que sí nos tenemos que enfocar en el servicio», dijo Costantini en una conferencia de prensa a mitad de año. «Tenemos muchas oportunidades para mejorar la atención a nuestros pasajeros y ese va a ser el diferencial que nos va a hacer competitivos en el futuro», agregó. Sin embargo, las «presiones» para reducir el déficit causaron efecto.

Este año Costantini achicó las pérdidas estimadas en u$s 1.000 millones a u$s 340 millones. «No teníamos el coraje de pedir esa suma y empezamos a trabajar», aseguró en un foro de finanzas en septiembre. «El potencial de los recursos de Aerolíneas Argentinas nos permite pensar que podríamos llegar al déficit cero en cuatro años. Creemos que podemos tener una empresa que no pierda plata, y que pueda seguir conectando al país», sostuvo.

Las tensiones entre Costantini y algunos altos funcionarios quedaron en evidencia con algunos dichos Mauricio Macri, pero particularmente por una comparación, que algunos opositores calificaron de odiosa. «Nos hemos comprometido a que esa empresa que es nacional por decisión de los argentinos tiene que funcionar dando el mejor servicio y, en un período que hemos fijado de dos años, que no le cueste nada ni a los cordobeses, ni a los tucumanos, ni a los chubutenses, como no has costado, porque hoy Aerolíneas nos cuesta a todos los argentinos dos jardines de infantes por semana», señaló el mandatario al exigir más eficacia en la adminitración.

Al igual que Mauricio Macri y Lopetegui, Costantini creía que la aerolínea debía funcionar con el mínimo de subsidios. «¿Quién viaja en Aerolíneas? Las clases medias y altas. ¿Quién la subsidia? Muchas veces, la gente que nunca va a poder volar. Tenemos que quebrar esa mentalidad». Pero sin ajuste no hay paraíso.

Los gremialistas la valoraron y combatieron a la vez. «Isela Costantini es una incógnita para nosotros. Es muy agradable al trato. Es muy preparada. Pero es una oportunidad perdida si no le dan autonomía», sinceró por radio Pablo Biró, luego que la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) acordó un 35% de aumento para 11 meses.

Trascendió tiempo atrás que los u$s 1.000 millones presupuestados por el kirchnerismo para todo el ejercicio se convirtieron en u$s 420 millones con Cambiemos y que finalmente el gabinete económico le autorizó solo u$s 260 millones. El rojo del último año de Mariano Recalde en Aerolíneas llegó a u$s 520 millones. Para 2016 el camporista esperaba una pérdida de no más de u$s 40 millones.

Costantini renunció. No alcanzó la eliminación de vuelos del Corredor Patagónico, ni el recorte de 30% de todos los costos no operativos, la revisión de contratos y compras en curso, ni el cierre de las rutas a Brasilia, Córdoba-Miami, La Habana y Belo Horizonte. Tampoco fueron suficientes los 400 despidos que dejaron a la compañía con 12.000 empleados para cubrir la funcionalidad de 100 aviones, que vuelan a 60 destinos y transportan a más de 10 millones de personas por año. El temor de sindicatos y trabajadores al achicamiento es el acercamiento a la reprivatización. Intereses en el exterior no faltan.

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