Toda la intimidad en el recinto tras el giro en la estrategia de Cambiemos y el paso de Massa al bando de los derrotados.
La charla se dio a las 4 de la madrugada, en la intimidad del pasillo circular que rodea al recinto. «¡Qué lindas sociedades tienen ustedes, eh!». Sin perder la sonrisa, José Ignacio De Mendiguren le recriminó a un grupo de diputadas kirchneristas que descasaban sobre unos sillones la decisión del oficialismo de facilitar la aprobación de la ley. «¡Qué nos dicen a nosotros, si ustedes hicieron todo mal!», se levantó como con un resorte Juliana Di Tullio, antes de que Diana Conti, todavía sentada, pudiera articular un contraataque.
Pese a que se conocía desde anteayer, el giro en la estrategia de Cambiemos convulsionó el clima en las horas previas y durante la sesión de la Cámara de Diputados. De un momento a otro, el Frente Renovador, claro ganador en la frustrada sesión convocada la semana pasada por el kirchnerismo, había pasado al bando de los derrotados. El oficialismo corrió de un plumazo a Sergio Massa del papel de árbitro que tanto supo explotar desde el 10 de diciembre. El Frente para la Victoria (FPV) disfrutó de un inesperado triunfo político, que sobrevive a la ley, camino al veto.
La frustración de Massa había quedado expuesta en un encontronazo que tuvo con el jefe del interbloque de Cambiemos, Mario Negri, en el Salón de los Pasos Perdidos, durante la tarde. «Te diste vuelta como una media», aguijoneó el ex intendente de Tigre por sorpresa, frente a varios periodistas. «Vos estabas por cerrar un acuerdo con los peronistas», le respondió el radical, que retomó el tema durante su discurso de cierre en el recinto. «Nadie se dio vuelta como una media», dijo, por las dudas.
Lo extraño es que la sesión que empezó ayer se hizo por un acuerdo entre el oficialismo y el Frente Renovador. Lo cerraron el jueves pasado, cuando compartían el objetivo de evitar el éxito de la sesión especial convocada por el kirchnerismo.
El cambio de estrategia macrista revivió la interna que generó en el massismo el debate por el proyecto antidespidos. Hasta minutos antes de la votación, Massa tenía el interbloque partido. Decididos a votar a favor estaban al menos Facundo Moyano, los camioneros Jorge Taboada y Enrique Castro, Horacio Alonso y Felipe Solá. Los cinco conversaban en ronda antes de ingresar en el recinto, como para darse fuerzas. Héctor Daer, el gremialista que asistió a la sesión del jueves pasado, dio un paso más para su salida del Frente Renovador. Para que quedara bien claro dejó su banca cercana a Massa y se sentó en la primera fila.
En la vereda de enfrente, Graciela Camaño insistía en votar en contra y diferenciarse, tanto del kirchnerismo como del Gobierno. «No nos sirve amontonarnos», argumentaba. El propio Massa, que priorizó la unidad de su bancada, entró en el recinto después de las 4 para pedirle a Camaño una charla a solas. Cuando iban de salida, en el pasillo pasaron por al lado de los cinco rebeldes. Ni se miraron.
Finalmente, el Frente Renovador votó a favor y Camaño estuvo a cargo del anuncio. La unidad del bloque se mantuvo en gran medida. Sólo De Mendiguren, ex presidente de la UIA, votó en contra. También lo hizo Sixto Bermejo, que, si bien integra el interbloque UNA responde al gobernador de Chubut, Mario Das Neves.
También hasta minutos antes de la sesión, el FPV concentró sus esfuerzos en una batalla numérica. El objetivo era superar los 129 votos positivos. «Vamos a ver si llegamos, hermano. Dos tercios en el Senado y mayoría absoluta en Diputados. Hay que convencer a Macri de que no lo vete», explicó José Luis Gioja, mientras recuperaba fuerzas, recostado en un sillón de tela rosa gastada, tras bambalinas. Se votó a las 5.46. La misión finalmente se cumplió, gracias al respaldo del massismo.